
Fondo de ojo: ¿qué es y cuál es su utilidad?
El procedimiento es simple y no invasivo: el paciente se sienta en una silla y el médico utiliza una luz brillante para iluminar la retina mientras mira a través del oftalmoscopio.
La prueba molecular, también conocida como la prueba PCR, es una prueba de diagnóstico que detecta el material genético del virus que causa el COVID-19 usando una técnica de laboratorio llamada reacción en cadena de la polimerasa (PCR).
El procedimiento consiste en la recolección de fluido nasal o de la garganta con un hisopo o, con menos frecuencia, una muestra de saliva. Los resultados pueden estar listos en 24 horas.
Las pruebas moleculares se consideran muy exactas cuando se realizan de manera adecuada por un profesional de atención médica, mientras que las pruebas rápidas solo son recomendables para que aquellos que sospechen tener síntomas del COVID-19.
Mediante la PCR se localiza y amplifica un fragmento de material genético que en el caso del coronavirus es una molécula de ARN. Si tras el análisis de una muestra respiratoria de una persona sospechosa de estar infectada, la prueba detecta ARN del virus, el resultado es positivo y se confirma que esa persona está infectada por el COVID-19.
Si la técnica de PCR no detecta el material genético del virus, la persona no estaría infectada. Cuando hay una sospecha clínica importante se debe realizar otra prueba para asegurar que el paciente no está infectado por el virus.
La PCR es una prueba que presenta un grado de complejidad, por lo que necesita personal entrenado y preparado para su realización. Tiene unas características básicas que son:
Existen –hasta el momento– principalmente 3 test para detectar si una persona está o ha estado infectada de COVID-19: La prueba PCR, la más fiable, que detecta y cuantifica el virus; así como 2 tipos pruebas rápidas que detectan anticuerpos si la persona ha estado contagiada.
Los test rápidos que pueden realizarse a través de la sangre, y marcan la presencia de anticuerpos, también se le conocen como ‘pruebas serológicas’. La principal diferencia con la PCR es que, en la prueba serológica no se busca el virus, sino los anticuerpos que se han desarrollado contra él.
La ventaja de esta prueba es que es más rápida que la PCR, unos 15 minutos concretamente en lugar de horas. Sin embargo, la desventaja es que hay personas que pueden tener anticuerpos que casualmente se unan al coronavirus y esto dé falsos positivos.
El procedimiento es simple y no invasivo: el paciente se sienta en una silla y el médico utiliza una luz brillante para iluminar la retina mientras mira a través del oftalmoscopio.
Esta evaluación se puede realizar de diferentes maneras, pero la forma más común es mediante el uso de un tonómetro de aire. Este instrumento emite un chorro de aire sobre la superficie del ojo.
Es fundamental que los empleadores realicen evaluaciones de riesgos y proporcionen los equipos necesarios para garantizar la seguridad y salud de sus trabajadores.
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