La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido reiteradas veces sobre los efectos secundarios del COVID-19 en pacientes que ya lo han superado. En algunos casos, los síntomas pueden continuar meses después de la infección y muchas personas se quejan de disnea y fatiga persistentes. ¿Qué se sabe entonces de los pulmones dañados por COVID-19?
Las investigaciones posteriores de los pacientes recuperados de COVID-19 muestran que han desarrollado fibrosis pulmonar en la que el tejido conectivo del pulmón se inflama. Esto lleva a una proliferación patológica del tejido conector entre los alvéolos y los vasos sanguíneos que los rodean.
Esto dificulta que el oxígeno llegue a los vasos sanguíneos, endurece los pulmones y hace que la respiración sea superficial y rápida. Los trastornos respiratorios, la falta de aliento y la tos seca de pecho son las consecuencias; el rendimiento físico disminuye e incluso las actividades cotidianas se vuelven difíciles.
¿Cómo afecta el COVID-19 a los pulmones?
La neumonía ocasionada por el COVID-19 hace que los sacos de aire dentro de los pulmones se llenen de fluido. Como consecuencia, estos órganos disminuyen su habilidad para tomar oxígeno, lo cual ocasiona falta de aire, tos y otros síntomas.
Si bien la mayoría de las personas se recupera de una neumonía regular sin consecuencias importantes en los pulmones, la neumonía asociada al COVID-19 es mucho más severa. En los casos severos de esta enfermedad, es posible que los pacientes desarrollen:
Síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA)
Conforme la neumonía COVID-19 progresa, más sacos de aire se llenan de fluido que se filtra desde vasos sanguíneos diminutos en los pulmones. A la larga, la falta de aire se asienta y puede ocasionar el síndrome de distrés respiratorio agudo.
Se trata de una forma de insuficiencia pulmonar, la cual hace que los pacientes no puedan respirar por sí mismos. Al llegar a este punto, los pacientes necesitan de un ventilador que los ayude a hacer circular el oxígeno a través de su cuerpo.
Sepsis
Otra posible complicación de un caso severo de COVID-19 es la sepsis. Se trata de un síndrome que ocurre cuando una infección alcanza el flujo sanguíneo y se expande a través de este, ocasionando a su paso daño en el tejido.
Los pulmones, el corazón y otros órganos trabajan de forma conjunta como músicos dentro de una orquesta. A causa de la sepsis, la cooperación entre los sistemas se ve afectada y algunos de estos pueden colapsar detonando un efecto dominó sobre los demás.
Pulmones dañados por COVID-19: ¿cómo afecta al sistema respiratorio a corto y largo plazo?
Los primeros datos sugieren que, en el corto plazo, la capacidad de transferir oxígeno de los pulmones al torrente sanguíneo se verá afectada durante algún tiempo. Todavía falta determinar si estos daños son reversibles o si van a permanecer de forma indefinida.
Mientras mayor sea la severidad del COVID-19, mayores serán los efectos posteriores en las personas. Los pacientes que han requerido la asistencia de un ventilador tendrán un mayor daño pulmonar posterior.
¿Los pacientes con COVID-19 pueden disminuir la posibilidad de daño pulmonar? Como con la mayoría de las enfermedades, la solución es recibir un tratamiento oportuno. Aquella es la mejor forma de evitar un mayor deterioro en la función pulmonar.
¿Cómo tratar los pulmones dañados por COVID-19?
Para recuperar nuestra salud respiratoria luego de haber padecido COVID-19, es importante empezar un programa de rehabilitación pulmonar. Este se implementa en personas que tienen problemas respiratorios crónicos. Puede ayudar a mejorar la capacidad de realizar tareas diarias y calidad de vida. La rehabilitación pulmonar no reemplaza tratamiento médico, sino que se utiliza en forma conjunta.
La rehabilitación pulmonar suele ser un programa ambulatorio que se realiza en un hospital o clínica. Algunas personas la reciben en sus hogares. Se trabaja con un equipo de proveedores de atención médica para encontrar formas de disminuir sus síntomas, aumentar su capacidad de hacer ejercicio y facilitar sus actividades diarias.
La rehabilitación pulmonar funciona mejor si la inicia antes de que su enfermedad sea grave. Sin embargo, incluso las personas que tienen enfermedad pulmonar avanzada pueden beneficiarse de esta rehabilitación.
Aún falta mucho por descubrir sobre el daño que genera el COVID-19 en nuestro cuerpo. Los investigadores siguen haciendo estudios sobre las secuelas de esta enfermedad en nuestros órganos; de momento nos toca seguir cuidándonos para prevenir el contagio y proteger nuestros pulmones y nuestra vida.